Además, el ñame es un tubérculo rico en proteínas en comparación con otros, pues posee cerca de un 12 % de este nutriente, lo cual lo convierte en muy saciante.
Es rico en micronutrientes de calidad entre los que destaca el calcio, vitamina C, fósforo y potasio, así como determinados antioxidantes que también pueden significar una ayuda para la salud del organismo.
Respecto a sus propiedades físicas, el almidón y las harinas de ñame son estables en suspensiones de alta temperatura y poseen propiedades gelificantes, así como espesantes.
Por ser un concentrado en hidratos de carbono, el ñame es considerado un alimento energético, pero no de alto índice glucémico, dada su riqueza en fibra y proteínas vegetales, por lo que puede ser un buen alimento para deportistas, así como también, para incluir junto a otros vegetales en preparaciones para diabéticos.
Por su riqueza en fibra, en almidón resistente y en antioxidantes, el ñame también se ha vinculado en estudios realizado con roedores en riesgo de sufrir triglicéridos altos en sangre, así como enfermedades a causa de la oxidación de lípidos como la aterosclerosis.
Aunque el ñame es un cultivo poco habitual en nuestro país, su uso en la cocina puede ser semejante al de otros tubérculos, ya que podemos consumirlo tras un hervor, cocción al horno o a la parrilla, además de los ya mencionados productos derivados del mismo como su harina o almidón sin gluten.
Precisamente en forma de harina o almidón sirve como espesante o gelificante, y puede reemplazar, por ejemplo, al almidón de maíz, mientras que con su harina podemos fermentar y elaborar un pan apto para celíacos.
Se trata pues de un alimento noble y buenas propiedades, que bien podría generalizarse para la elaboración de productos alimenticios para celíacos.
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